Tribus: los comienzos
de la sociedad.
Es una realidad que todo organismo reproduce en sí su
trayectoria y desarrollo evolutivo dando curso a su ontogénesis. Esto mismo
ocurre con las propias sociedades. Están programadas para reprogramarse y
adaptarse a las nuevas circunstancias medioambientales… Si en esta
reprogramación se bloquea el proceso, se corre el riego de, por su propio
programa, desestructurarse de su finalidad y garantía de supervivencia.
A raíz de los acontecimientos de los nacionalistas catalanes,
tanto en su territorio, en el estado español e incluso el resto del mundo,
siendo conscientes que Europa anda llena de pueblos injertados en estados que
luchan por sus raíces… encajamos, o mejor, pretendemos encajarnos en esta
compleja sociología de culturización de las sociedades “evolucionadas”.
Todo pueblo pretende gestar rasgos diferenciales, hay un
nosotros y un ellos … en este nivel
primigenio aparece la tribu. La tribu constituye la “madre”, la esencia, … la
identidad de toda sociedad.
Tras visionar a los “zo-és”,
en la Amazonia, un pueblo de unos 200 miembros… pero fragmentados en grupos
menores, ellos se denominan a sí mismos: “hombres”. Los “ashánincas”, en la Amazonía del Perú, unos 20.000 miembros, pero
desperdigados en la inmensa selva por grupos menores, de unos 80 miembros,
ellos así mismo se identifican como “paisanos”.
También estudiamos a los “mursi´” de Etiopía y a los “hat-ta”
de Tanzania – siendo la cultura más antigua de África- y en Australia a sus
pueblos autóctonos… y Nueva Guinea-Papua. E igualmente a los “inuit” de la zona ártica del Canadá en
toda su extensión, los mismos comanches,
síoux, navajos, cheyennes, semínolas, aparapahoes iroqueses… de las praderas americanas, o los mongoles, tártaros, cosacos, kasajos, …
en las estepas rusas siberianas…
Resulta curioso y me sorprende que, con diferentes términos,
según sus lenguas, cada hombre de cada tribu, se llegue a considerar “hombre”.
Curiosamente, cuando nosotros los observamos, enseguida les describimos por lo
que hacen… advirtiéndonos que “ellos son algo más que lo que hacen” …
A este sentido “óntico” por el que se les caracteriza, hemos
de añadir la permanencia en un estilo de vida nómada por el que se obligan a
“no echar raíces”, … no dejando huella… y al no dejar huella no permiten que su
presencia sea detectada y analizada.
Nuestra visión universalizada pues contempla a América,
África, Australia, Asia, … todos viven en un “entorno desértico”, donde
prevalece la naturaleza y con la que se convive en un total y respetuoso
equilibrio. Sin violenta sobreexplotación, toman los recursos de la tierra, y
se marchan… cual cultivo de rotación, dejan descansar la producción natural
para que se recupere y restablezca. No producen, tampoco esquilman.
Esta característica de
simbiosis “acultural” en-con la naturaleza, les saca del concepto de “historia” como proceso civilizador y
“transformador”, o lo que es lo mismo, “transgresor”.
La misma mitología clásica occidental, a través de su simbolismo,
plasma esta dinámica de ruptura. Se deja y aleja de la naturaleza para ser
sustituida por el patrón hombre… Los dioses aparecen para sustituir a la
naturaleza… los Zeus atrapan y dominan los truenos y rayos, los Hefaistos, la
metalurgia y con ellas la tecnología, las musas engendran las artes… A través de los dioses, el ser humano
sustituye a la naturaleza. En vez de adorar a la madre naturaleza, la ignora
y olvida, entronizándose -en su lugar- a unos
seres, que “ajenos”, pueden desnortarnos y confundirnos, ya que en el
fondo resultan ser, proyección de
nosotros mismos. Y aquí, al fin y al cabo, la confusión.
La historia por tanto, es el camino “de una civilización que se centra en la ciudad, cual templo del ser
humano”, apartándose de la naturaleza, la civis frente a la barbarie. El
culto al hombre prevalece a la madre tierra… así que la pre-historia frente a
la historia supone algo más que un paso en el deambular del tiempo, no es paso,
es salto.
Y para concluir este comentario, dos reflexiones:
1ª, ideológica: admitir que, la historia resulta ser un invento occidental, si acaso, euroasiático,
pues “registra” para divulgar unos mensajes “al viento, del espacio y del
tiempo”, noticias de proezas que, cual teofanía, pretenden legitimar un poder
usurpado a la comunidad… Resulta ser ésta, la raíz del verdadero “pecado original”, latente e inmanente en nuestra
cultura, LA DEIFICACIÓN DEL PODER EN EL JEFE… Una emulación de la divinidad
extraterrícola en una ceremonia de liturgia sacralizadora para legitimar el gobierno de grandes imperios mediante el temor y la
coacción … [pues los mismos sacrificios a los dioses guardaban un aspecto
intimidatorio… (aún perdura en la psique
humana estos vestigios de “sacrificio” e inmolación… en una estrategia de juego
de trueque chantajista con la divinidad-poder: “ya que no me castigas tú, me castigo yo y redimo mi culpa”, así
como la fanatización, “por ti, mato a tus
adversarios (que de camino pudieran coincidir con los míos)” –
atribuyéndose “el iluminado” el poder vengador vicario de un “dios-líder”)].
La 2ª, es más técnica. La
historia tal como hasta el momento la consideramos supone ser un instrumento de medida que solo nos vale
a nosotros para referenciar nuestros acontecimientos, pues el concepto de
tiempo al uso por otros pueblos, cual lengua de comunicación, requiere una
transformación o traducción dado que no puede aplicarse directamente, sino
ponderadamente a las circunstancias históricas de los otros pueblos …
Por esta razón figura en la historia lo que al jefe
interesa…
Esta
reflexión historicista conlleva sutiles insinuaciones
a procesos
actuales en los que nos hayamos inmersos en la actualidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario