sábado, 18 de febrero de 2023

Las expectativas, ... esos cantos de sirena contra las que debemos protegernos y controlar como al viento si navegar ...

 

Algo que ralla nuestras vidas …

resultan ser, … las expectativas.

 

Todos tenemos expectativas; todos realizamos constantemente “cálculos estimados” … por ejemplo, si voy siguiendo un trayecto a una determinada velocidad y quiero estimar cuándo me aproximaré u otro interfiera con mi trayecto …  Así en los aprendizajes (todo aprendizaje requiere un cálculo de esfuerzo, recursos y tiempo) hemos de controlar los factores que nos afectan, ya los externos, como los internos-emocionales.

 

Los Externos son los más tratados y evaluados; me centro en los emocionales porque son los que calladamente interfieren sobre los “externos” que cuales enzimas, aceleran o frenan los procesos explícitos del aprendizaje –desde los “implícitos”-.  Los implícitos requieren ser controlados por “contaminadores” … e interferentes … en el que hemos de advertir el “efecto Pigmalión” y el subsiguiente <<enredo-nudo gordiano>> de “las profecías autocumplidas”.

 

Los efectos “Pigmalión y Galatea”, éstos de, cómo la proyección de los deseos … así la imagen construida de uno mismo o sobre el otro. Como la percepción del otro, influye y condiciona la construcción de nuestra autoimagen y autoconcepto, pero también en el facto de modelar y moldear configurando, iluminado o apagando, zonas de desarrollo potencial en uno mismo o en los demás.

 

Este juego que establecieron los personajes referidos los reproducimos constantemente los padres con los hijos, profesores con alumnos y alumnos recíprocamente, también los enamorados en sus juegos de flirteo …

 

En este cálculo, en estas expectativas estamos inmersos constantemente, respecto de nosotros, respecto de los demás y de éstos empezando por nuestros más “nuestros”. Tanto las altas expectativas como las bajas, juegan afectando las posibilidades de crecimiento y desarrollo. Prácticamente todos crecemos en este mar donde hemos de sobrevivir, …  entre los que nos caen bien o los que nos asfixian. En este palco, los educadores, tanto ya padres-profesores-tutores juegan un importante papel animando o denigrando los esfuerzos y talentos empleados por los pupilos.

 

Y más, en este juego de las expectativas entra, en la economía de esfuerzos, también la frustración. Nuestra labor en esta “empresa educativa pública” ha de pretender generar unas expectativas o propósitos a lograr, pero también tiene que ser muy consciente de no frustrar las capacidades que en juego entran porque en esta dinámica tiene que haber una activación, pero también tiene que haber unos logros conseguidos, una satisfacción.

 

Y es que hemos de andarnos advertidos: Toda información-declaración corre el peligro de la exageración (incurriendo en la desinformación) La propaganda se basa en la sobreinformación-magnificación, y por tanto, en la fractura de la ecuanimidad en la transacción, incurriéndose en neto fraude.

 

Todos hemos de realizar un esfuerzo por controlar lo que decimos, las expectativas pueden desembocar en fiasco. … Quizás pudiera sonar demasiado etéreo, demasiado ajeno, pero me gusta recordar los versos de nuestro poeta esencial León Felipe “… para enterrar a los muertos cualquiera vale, cualquiera menos el sepulturero …  viéndole como cantaba y cavaba al mismo tiempo …” Huyamos de la educación manida “como del sacristán relatando sus rezos” …

 

¡Que nunca nuestras expectativas nos sean fallidas ni nieguen esperanzas a quienes anhelan vivir la vida!

 

 

Y … ya por último, un ligero apéndice para concluir:

 

Por no dejar todo entre mitos, pasemos a los cuentos … Recordando la obra de Carlo Collodi, <Pinochio>, éste, otro “artilugio” creado del sueño del deseo… en el que siendo el hada-imaginación quien, tras la forma, y con esa “psicomotricidad articulatoria y relacional”, entrar en contacto con el entorno. Y con la socialización, la interiorización de las experiencias, poder acceder a ese despertar que la educación alienta y espabila posibilitando acceso a la vida humana integra.

 

Así si bien, las expectativas, propaganda e instrucción permiten crecer, serán las experiencias socializadoras “aprendiendo a salir del fracaso” las que nos terminan por “hacernos”. ES LA INTERACCIÓN IGUALITARIA DE OPORTUNIDADES*, Y NO SOLO LA INSTRUCCIÓN LA QUE PERMITE LA DIMENSIÓN HUMANIZADORA.

 

*DE AQUÍ QUE LA EDUCACIÓN REQUIERA DE LA INTEGRACIÓN-COHESIÓN-COMPENSACIÓN EN UN CLIMA DE RESPETO-ACUERDOS-COMPROMISO Y TOLERANCIA**, POSIBILITANDO ESPACIOS DE CRECIMIENTO PERSONAL PARA TODOS Y CADA UNO.

 

**por ello una tolerancia paciente y constructiva, que no sea cómplice con injusticias.


Desde la observación y la experiencia, Rafael Parejo Herrera